Protección de la Madera
La madera es un material orgánico, lo que le da cierta fragilidad ante determinados agentes externos. Es muy probable que la madera que hemos adquirido ya haya recibido algún tratamiento protector, como el desaviado (eliminación de la savia putrescible), impregnaciones con sulfato de cobre, cloruro de cinc, azufre derretido, creosota, resinas, cal, aceite de linaza, alquitrán, urea, carbonización, pintura antiséptica, tratamientos contra el enmohecimiento, hidrófugos, ignífugos, etc. Aunque la mayoría de estos tratamientos son muy específicos y se dan a maderas que van a soportar unas determinadas condiciones externas.
Estos productos (muy líquidos, volátiles y tóxicos -aplicar al aire libre o en lugares ventilados con protección buconasal-) penetran en la madera proporcionándole un olor desagradable para los parásitos, que la rehusarán para poner sus huevos. Sin embargo, para nosotros no habrá diferencia con respecto a la madera sin tratar, ya que el acabado posterior (encerado o barnizado) nos ocultará cualquier rastro del producto protector.
Tras aplicar una o dos manos (respetando instrucciones y tiempos de secado recomendados por cada fabricante), pasaremos a la siguiente labor de acabado: la pátina de envejecimiento.
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