Acabado en las Tallas a la Cera
La cera virgen de abejas es el ingrediente fundamental para el acabado tradicional de los muebles, y en concreto de las tallas. Es muy conveniente para la madera porque la protege a la vez que le permite mantener el equilibrio higroscópico, pues no evita la entrada/salida de humedad, al contrario de los barnices habituales que tapan el poro (en la actualidad existen barnices de poro abierto, pero ese es otro tema).
Aunque parece el acabado ideal, tiene algún inconveniente que deberemos citar, para ser totalmente sinceros, que es lo trabajoso de su mantenimiento, que nos obligará periódicamente (una vez al año como norma general y cada 3 meses en ambientes de mucha grasa, como las cocinas), a un cepillado minucioso hasta conseguir volver a sacar el brillo de la cera.
1.- Los ingredientes son dos, no son caros, por lo que los utilizaremos de la mayor calidad posible. La cera natural de abejas. Se vende al peso, aunque si tenemos algún conocido que tenga colmenas, seguro que nos la regalará, ya que es un producto residual para los apicultores. No utilizar nunca productos comerciales para este primer encerado, ya que contienen parafinas, aceites, grasas, colorantes, perfumes y cantidad de productos que no nos interesa que tenga la madera. La cera natural tiene un color entre anaranjado y amarillo claro y huele a miel (más o menos dependiendo del tiempo que lleve almacenada). El otro ingrediente es el aguarrás puro (esencia de trementina). Lo podréis encontrar en droguerías y tiendas de pintura. No utilizar el simil de aguarrás ni otros disolventes porque la cera se diluye mucho peor.
2.- La preparación: Vamos a necesitar la cera en varias combinaciones, por lo que paso a daros las recetas.
Cera dura sin teñir
La obtendremos directamente. Nos servirá para tapar los poros en la primera fase.Cera dura teñida
Para obtenerla, la licuaremos calentándola al baño maría (en un recipiente de cristal con la cera, metido dentro de un cazo o una tartera con agua, y ésta al fuego). Para que se derrita antes, podemos laminarla con el formón en hojas finas. Le añadiremos algún tinte que mezcle bien con la cera (pintura al óleo, o betún de judea), en colores oscuros, que nos servirá para emplastecer y restaurar los defectos en la madera. Ésta, si no queréis hacerla, podéis adquirirla en comercios especializados. Viene en barritas de diferentes tonos, aunque muchas tienen siliconas (no nos conviene). Las buenas son más caras (unos 2,50 euros/barra), pero nos ahorran fabricarla nosotros.Cera blanda sin teñir
Es la que realmente va a encerar la obra, y la obtendremos a partir de las limaduras de cera y aguarrás puro. Cuanto más tiempo lo dejemos reposar, mejor se disolverá la cera, aunque si la hemos limado finamente, la tendremos lista para usar en 24 horas. Si tuvieramos que usarla de forma inmediata, podemos calentarla al baño maría, como en el caso anterior, pero en ese caso debemos tener muy en cuenta las proporciones; ya que la cera se funde al calentar, pero solidifica al enfriar, por lo que podemos armar una buena si la aplicamos caliente a la talla y luego al enfriar tenemos una capa imposible de eliminar. La textura que debemos conseguir es aproximadamente la de una crema de manos, que extiende, pero no se cae al volcar el recipiente. Cuanto más fina quede (sin grumos), mejor cumplirá su función.
NOTA: Cuidado con el aguarrás. Es inflamable.
Es igual que la anterior, pero añadiéndole un poco de betún de judea. Con ello conseguiremos una cera que oscurecerá un poco la talla. Nos será útil cuando queramos dar un poco más de color a la obra sin tener que teñir de nuevo (aunque es perfectamente válido dar dos manos de nogalina). También podemos usarla en muebles de madera natural (sin colorear), que queramos embellecer con un poco de color. Para que os hagáis una idea, al aplicarla sobre la madera de castaño sin colorear, se obtiene un tono similar al moreno del roble tostado por el sol.
3.- La aplicación: Taparemos los poros, las imperfecciones, grietas, nudos, etc. con cera dura (Si los defectos son muy grandes, deberemos realizar un emplastecido previo o incluso el añadido de una pieza de madera). Después cubriremos los poros con cera dura. Para ello la podemos aplicar frotando un trozo de lija gastada en la cera hasta formar una película que usaremos para impregnar en la madera (cuidado de no lijar). También podemos frotar un cepillo en la cera, y luego en la madera, para conseguir el mismo efecto. Cuando hayamos realizado esto, deberemos conseguir que brille la cera que acabamos de dar, para lo cual nos comeremos un buen bocadillo (para conseguir las fuerzas que vamos a necesitar) y cepillaremos enérgicamente la talla.
¿Ya está? ¿Cómo que ya está? ¡Vaya floj@s! No percibo el brillo desde aquí. Bueno, bromas aparte, cuando ya esté bien, aplicaremos la cera blanda con una pequeña brocha, extendiéndola para que cubra toda la superficie, pero sin dejar pegotes. Si esto no es posible, puede ser que esté demasiado dura, lo que solucionaremos con un poco más de aguarrás. Después de esto deberemos dejarla al menos 24 horas para que seque, al cabo de las cuales volveremos a coger el cepillo para efectuar la operación denominada "sacar la cera", aunque se debería llamar "sacar los hígados", ya que aquí es donde realmente empezamos a odiar este proceso (no es para tanto, pero así seguro que os duele menos cuando os pongáis a ello). Así hasta conseguir un brillo deslumbrante. ¿Qué? ¿que no sale? Es posible que pese a vuestros esfuerzos no consigáis que la familia vaya a por las gafas de sol. Esto se deberá a que la cera no se ha secado bien. ¡Vale, seguiremos mañana! Pero al dia siguiente ya no tenemos excusa, la cepillaremos hasta sentirnos orgullosos (de nuestros bíceps).
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